En los primeros años de vida, los niños y niñas logran avances sorprendentes en sus habilidades físicas, su comprensión del mundo y su capacidad para comunicarse. Pero, ¿qué hay de su espiritualidad? ¿Cómo un niño de apenas 2 años puede ya estar en contacto con su sentido de trascendencia? Parece un concepto abstracto y complejo, pero en el contexto de la conexión con uno mismo, la espiritualidad se convierte en una exploración natural y necesaria.
La espiritualidad como exploración del ser
Para entender cómo los pequeños pueden estar en contacto con su espiritualidad, primero debemos ampliar nuestra concepción de este término. La espiritualidad no es más que la 'capacidad de asombrarse', de mirar el mundo con ojos de maravilla y agradecimiento. Es esa chispa de vida que les hace reír con los ojos cerrados, saltar en los charcos o perseguir mariposas con toda la alegría del mundo.
Esta experiencia de maravilla ante la vida puede ser estimulada y apoyada por los adultos de su entorno. Por ejemplo, el acto de tomar diaria consciencia sobre los colores del atardecer o el canto de los pájaros puede ser una perfecta enseñanza de la maravilla y agradecimiento por el mundo que nos rodea. ¡Es como tener en nuestras manos una pequeña semilla de gratitud que, con los cuidados apropiados, va creciendo hasta transformarse en un majestuoso árbol de espiritualidad!
Un error común: subestimando la capacidad del niño
Uno de los errores más habituales es considerar que los niños y niñas son demasiado pequeños para comprender estos conceptos. Contrario a esta creencia, los pequeños son verdaderas esponjas emocionales, capaces de captar y absorber todo lo que les rodea. Por ello, es imprescindible que nosotros, como adultos, nos mantengamos en una actitud de observación atenta y presencia plena.
Recuerda, cada paso dado en tu propia evolución hacia la plena conciencia del presente se reflejará en ellos. Observa a tu hijo o hija y percibirás razones de sobra para cultivar tu propia conciencia. Así, estar en el aquí y ahora se vuelve una manera de enseñarles por ejemplo que, en medio de los contratiempos, uno puede encontrar la paz en la brisa que mece las flores del jardín.
Consejos prácticos para cultivar la espiritualidad en los niños
A continuación, te dejamos algunos consejos para que puedas incentivar la espiritualidad de tu hijo o hija:
- Facilita momentos de silencio y reflexión en familia. Crea un espacio libre de ruido y distracciones donde puedan conectar con su interior.
- Fomenta la gratitud. Antes de dormir, comparten juntos por qué están agradecidos en el día.
- Incentiva el juego consciente. Permítele tiempo para explorar y experimentar el mundo y sus limitaciones. Por ejemplo, puedes invitarle a construir una casa con bloques y a hablar sobre cómo cada bloque es necesario para formar la casa, así como cada experiencia en la vida, independientemente de si parecen buenas o malas, son necesarias para formar a las personas que somos.
En definitiva, tú, como madre o padre, maestro/a, o cuidador/a tienes la capacidad de nutrir la vida espiritual de los más pequeños, abriendo oportunidades para que ellos descubran su propia identidad y sentido de pertenencia al mundo. Al ayudarles a conectar con su propia espiritualidad, los niños podrán cultivar también ese sentido de trascendencia que habita en cada uno de nosotros.
Así que, ¿de qué manera puedes estar más presente en el aquí y ahora, por ti y por los que te rodean? Recuerda, cada paso que das en tu propia jornada hacia la plena conciencia del presente se reflejará en ellos.