Observar a un niño de dos años explorando su entorno es una experiencia maravillosa. Todas las sensaciones, colores, texturas y sonidos que experimenta son la base de su desarrollo cognitivo. Este mundo sensorial está alimentando su pensamiento, su imaginación y su capacidad de ver el mundo de una forma abstracta.
Podría ser difícil entender cómo funciona este proceso. Si lo pensamos, cuando recordamos una experiencia, usualmente es a través de imágenes internas. Este proceso comienza en nuestra infancia, a partir de cada experiencia sensorial que interiorizamos. Por tanto, cuando se trata del aprendizaje y la alimentación de la imaginación de los más pequeños, es crucial ofrecerles el entorno adecuado.
El mundo sensorial como fundamento de la imaginación
Imagínate por un momento que eres un/a chef. Al preparar un platillo, escoges los mejores ingredientes, los mezclas y cocinas a una temperatura adecuada para obtener un delicioso resultado. Lo mismo ocurre en el mundo sensorial de nuestro niño o niña. Las experiencias sensoriales son como ingredientes para su pensamiento y su imaginación. Cuando nuestra pequeña o pequeño toca una textura suave o rugosa, cuando escuchan el canto de un pájaro o el ruido de un coche, cuando huelen una flor, cada una de estas sensaciones son ingredientes que cocinan en su mente creando imágenes y pensamientos.
Calidad sobre cantidad
Pero al igual que el chef, nuestro hijo o hija necesita el tiempo y el espacio para que los ingredientes se mezclen y se cuezan adecuadamente. ¿Alguna vez has probado a hacer una receta a toda prisa y el resultado no fue el esperado? De igual forma, aunque podría parecer tentador saturar a nuestro pequeño con estímulos e información desde temprana edad, esto podría resultar en sobreestimulación, una suerte de quemar el platillo antes de tiempo, impidiéndoles formar imágenes internas claras.
Aspectos a considerar para un desarrollo saludable
Aquí algunas propuestas para ayudar a tu hijo/a a desarrollar su pensamiento a través del mundo sensorial:
- Provee experiencias sensoriales ricas pero calmadas. Observa lo que le interesa y adáptate a su ritmo.
- Tiempo libre para jugar y experimentar. No todas las actividades tienen que tener un propósito definido, el juego libre también es una forma de aprendizaje.
- No satures a tu niño/a con demasiados estímulos. Recuerda, se trata de la calidad, no de la cantidad.
- Se paciente y observa. Cada pequeño/a tiene su propio ritmo y camino en su desarrollo.
Recuerda siempre, el desarrollo del pensamiento de tu hijo/a es un viaje, no una carrera. Cada pequeña acción y cada día cuenta en este viaje.
Invitación a explorar
Ahora que estamos más conscientes de cómo nutrir el pensamiento de nuestro pequeño/a a través de las experiencias sensoriales, te propongo una idea. ¿Por qué no permites hoy que tu hija o hijo explore un nuevo material o textura con todo el tiempo que necesite? Podría ser un trozo de tela rugoso, una concha de mar, el sonido de las hojas al viento... sólo observa, qué pasa, cómo reacciona. Y si no sabes cómo comenzar o tienes alguna duda, yo estaré encantado de ayudarte.